Igualada. Fotografia: Empar Sáez |
VIENTO NORTE
Porque arrastran los pies, el aire se ha dormido
y no recuerda ya su condición de rosa.
Abres la puerta, y te azotan los ojos
trescientos metros cúbicos de moho y de despensa.
Y porfías con marcos y fallebas
y maderas que guardan
un último relincho
de asfixia y carne mustia.
—Que entre el sol, que entre el sol hasta el fondo.
Pero el fondo
se ha quedado sin límites
y es oscuro y se pierde
como una caja china entre la niebla.
Y a más lavanda, espuma y limón verde,
más se instala y se abre y se revela
la vaharada cúbica que emana
la terca flor del aire por la casa.
Juana Castro, Los cuerpos oscuros
Ediciones Hiperión, 2005