dimecres, 9 de setembre del 2015

Tempesta d'estiu

Besalú. Fotografia: Empar Sáez


Tempesta d'estiu


Vaig a veure per què estan amoïnades
les herbes de la vora de la paret de pedra.
Potser no els agrada la manera
amb què les ombres s'arrosseguen per la gespa
en el silenci de la tarda.

El cel continua blau,
tot i que no sentim ocells
ni veiem papallones entre les flors
ni ens corren formigues sobre els peus.
I els arbres del pati

vinclen les branques lleugerament
en deferència a alguna cosa
que està a punt d'arribar
sense que ens adonem,
fascinats com estem pel silenci creixent.


Charles Simic, Mestre de disfresses
Traducció de Marta Pera


***

Summer Storm


I’m going over to see what those weeds
By the stone wall are fretting about.
Perhaps they don’t care for the way
The shadows creeps across the lawn
In the silence of the afternoon.

The sky keeps being blue,
Though we hear no birds,
See no butterflies among the flowers,
No ants running over our feet.
As for the trees in our yard,

They bend their branches ever so slightly
In deference to something
About to make its entrance
Of which we know nothing,
Spellbound as we are by the deepening quiet.


Charles Simic, Master of Disguises


diumenge, 6 de setembre del 2015

Los pasos

Arequipa, Perú. Fotografia: Empar Sáez


Los pasos

Y éste, ¿hacia dónde? Tan seco y tan distante
que me detengo para oirlo volver a mi cuerpo.
Para sentir entrar la sangre que arrojaba
al avanzar en círculos donde estuve parado,
inmensamente triste con mis cosas,
tan próximo a la jaula donde chilla mi papagayo rojo,
mi hermoso cinturón del norte (de Piura
o de Chiclayo, no recuerdo).

Cuando niño di muchos, aquellos cuentan hasta morir,
los más puros y crueles.
Aquel hacia la mariposa o hacia el gato
que murió al poco tiempo.
O aquel hacia la madre, para llorar sobre su oscura falda sin olores,
sobre su vientre que amo todavía como mi casa,
pecera, nido sombrío y fresco.

Hay otros. Cada uno de ellos da dolor.
De sed aquel que lleva al agua,
y el del amor es hueco, desdentado,
alimento pesado que me arroja en el más negro llanto,
en extrañas posturas de mono,
riendo de los dientes afuera
con la risa como una flor carnívora.

Pero todos los pasos 
juntos, amándose y matándose,
suman; son un hombre que camina,
un peligroso instrumento contra la paz.

Unidos pueden mirar al cielo con paciencia.

Blanca Varela, Puerto Supe