279- Cada vez que me despierto, comprendo que es fácil ser nada.
357- Un hombre solo es mucho para un hombre solo.
367- Crees que te falta todo, y sólo te faltan unas flores, para sobrarte todo.
393- Y si nada se repite igual, todas las cosas son últimas cosas.
400- Algunos, adelantándose a todos, van ganando el desierto.
411- Cuando no ando en las nubes, ando como perdido.
412- Mi sed agradece un vaso de agua, no un mar de agua.
443- El amor, cuando cabe en una sola flor, es infinito.
475- Cuando el mal crece el pequeño bien se agranda.
486- El sueño que no se alimenta de sueño desaparece.
521- Las distancias no hicieron nada. Todo está aquí.
532- En toda cosa hay un antes de su comienzo y un después de su fin, que borran su comienzo y su fin.
583- Todas las cosas pronuncian nombres.
590- Siempre me fue más fácil amar que elogiar.
607- Si no existiese lo breve, no existirían las flores.
646- Lo creado es la dificultad que halla todo creador en crear.
705- Las flores son eternamente bellas, sin un mañana.
820- Ninguna persona cabe totalmente en otra, ni la que se llama hijo.
875- ¿Por qué vuelve otra vez, mañana?
899- Una flor en las manos muere, apagando una estrella.
972- Acabo de sacrificar un pequeño insecto y miro la sangre. ¡Dios mío, que infinito mar de sangre!
987- La seriedad, en el niño, la veo seriedad, y en el hombre, la veo comicidad.
1002- No te pongas delante de tus ojos. Deja de ver tus ojos.
1007- Hasta las flores, para emanar sus perfumes, han menester morirse un poco.
1131- Te entierran casi siempre, cuando no eres un muerto.
Antonio Porchia, Voces reunidas, Pre-Textos, 2006
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