Reykjavik. Fotografia: Empar Sáez |
Parece, si se considera al lector silencioso, inmóvil, de un libro —está sentado en un sillón, con el volumen mudo entre las manos, la cabeza inclinada, la lámpara a su lado, o la ventana—, que esta forma arqueada, apenas palpitante, envuelta a medias por la noche, o por la sombra, pero cuerpo que se mueve lentamente hacia la luz, emite unos signos poco propios sin duda de las criaturas que el aire anima; están próximos a los que apunta una planta que se mueve hacia el día.
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Pascal Quignard, Tratado VI. Pagina (Dins: Pequeños tratados. Traducció de Miguel Morey. Sexto Piso, 2016)
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