Orbaizeta. Fotografia: Empar Sáez |
Sueños
II
Por el jardín en brumas de la infancia pasea el rey su sombra. Su corona destella como un sol. Yo imploro su mirada. Extiende el rey la mano que ordena decapitar doncellas y soldados y acaricia mi frente. En su rostro descubro, estremecida, los ojos de mi padre húmedos por el llanto. En el jardín en brumas de la infancia el rey se hace pedazos.
***
Cruza el rey por mi puerta, y es tan alto, tan alto, que no llega a su oído mi pregunta. Un colosal silencio lo rodea, una desolación de tiempo eterno. El desprecio de Dios aflige al mundo. Para saber que no lo estoy soñando, toco su pie con mano temblorosa. Su pie de estatua, inmóvil por los siglos de los siglos.
***
Por mi aterida noche pasa el rey, hirsuto, oliendo a pólvora y vinagre. El ruido de los avíos de guerra sobresalta mis perros. Amparada en la sombra, con el hacha derribo su cabeza. Del cuello en borbotones como un milagro hirviente, una cabeza idéntica comienza a levantarse.
Piedad Bonnett, Memoria del cuerpo (dins: Lo demás es silencio. Antología, Ediciones Hiperión, 2003).